Estos días de Estado de Alarma han supuesto una auténtica revolución a la hora de trabajar en la Administración General del Estado ya que hasta hace poco tiempo existían muchos miedos y temores al teletrabajo por el tratamiento de la información, además hay que destacar el cambio de mentalidad y el gran esfuerzo realizado por los empleados y empleadas públicos para dar respuesta a la ciudadanía en esta crisis sanitaria, social y económica del COVID-19.
Desde UGT queremos hacer llegar una serie de pautas a tener en cuenta para ir consolidando esta nueva forma de trabajar a la que el confinamiento ha empujado de forma irreversible.
1) Los diferentes organismos han de dotar de equipos informáticos y de soporte técnico (PC, PC portátil, Tablet, Telf. Móvil…) homogenizando a los empleados y empleadas que tengan que realizar su tarea laboral en sus propios domicilios. Los dispositivos y software necesarios serán facilitados por la Administración, y será ésta la que se haga cargo de los costes directamente originados por esta modalidad voluntaria de prestación de servicios (conexión a Internet, consumo eléctrico, mobiliario,…)
2) Una vez se haya dotado de la herramienta principal, los Organismos han de dar el visto bueno, a través de los Servicios de Prevención, del lugar que cada usuario destinará para realizar su labor (espacio, mesa, silla, luz, temperatura…). Esos mismos servicios darán las pautas para mantener el mejor ambiente de trabajo, así como las instrucciones para evitar cualquier lesión músculo-esquelética o riesgo psicosocial asociada al teletrabajo.
3) Se tendrá que fijar un horario y su adecuado control, al objeto de evitar para el empleado público excesos de jornada. La prestación del servicio en la modalidad de teletrabajo se desarrollará durante dos o tres días, el 40% o el 60%, respectivamente, de la jornada laboral semanal. que serán fijados de antemano, atendiendo a las necesidades del servicio o a los intereses justificados del trabajador o trabajadora. El tiempo restante deberá prestarse de manera presencial, evitándose el aislamiento del empleado o empleada pública que opte por esta modalidad y apostando por canales adecuados de comunicación con el resto de compañeros y compañeras, así como con los superiores jerárquicos para conseguir una adecuada eficiencia en la prestación del servicio.
Para poder defender un teletrabajo justo habría que analizar esa integración de las tecnologías de la información y la comunicación desde la perspectiva de género. Este nuevo panorama tiene sus ventajas y desventajas, para poder conocerlas tendríamos que saber qué factores influyen en el personal para acogerse a esta modalidad, qué comportamientos se asumen en el ámbito doméstico y en qué condiciones se va a teletrabajar, siempre voluntariamente.