La política de ajustes que Correos está llevando a cabo en un intento de adecuar la caída de la actividad postal producida por la crisis mediante la reorganización de las plantillas ha derivado en una oleada de recortes en la mayoría de las unidades de reparto y oficinas que está llevando al límite a sus trabajadores. No sólo se está presionando de forma inadmisible a los compañeros sino que la fiebre recortadora está, ya, desatendiendo en muchos casos, las obligaciones de Correos para con el Servicio Postal Universal que tiene encomendado. Como consecuencia de esta tendencia al tijeretazo Correos está deteriorando cada vez más su imagen ante clientes y ciudadanos.
Es irracional que Correos con su mano derecha haga un esfuerzo de imagen (y económico) mediante una intensa campaña publicitaria en los medios y con su mano izquierda se neutralice a sí mismo dando una imagen negativa por la desatención del servicio postal universal derivada de los ajustes de plantilla.
A estas alturas ya hay datos sobre el balance del año 2014. Correos ha reducido de nuevo su plantilla en más del 4%. Y siendo verdad que el volumen de actividad ha sido menor (5% respecto a 2013) lo que es cierto es que también la admisión de paquetería se ha incrementado considerablemente (un 17% respecto del 2013) y hay que anotar que, en el caso de los paquetes, no se están poniendo los medios necesarios para su correcta distribución; de tal forma que en carterías, pabellones (léase, por ejemplo, Barajas) y oficinas se está haciendo un esfuerzo extra por sacar adelante el impacto paquetero sobrevenido.
Esto está suponiendo una mayor carga de trabajo para los empleados que no se está teniendo en cuenta a la hora de reajustar las unidades, como tampoco el mayor tratamiento que requieren certificados y notificaciones. Y algo sustancial, a la hora de hacer el dimensionamiento en las carterías. El cartero puede tener menos cartas pero sigue teniendo el mismo (o más) recorrido, que es algo que los “expertos” no están computando ya que meten la tijera bajo el principio de que “menos cartas equivale a menor recorrido”. Esto es intolerable, por ello UGT lo está denunciando.
La Dirección de Correos no puede seguir incidiendo, como único instrumento para hacer frente a la bajada de actividad postal, en el ajuste de recursos humanos en oficinas y unidades de clasificación y distribución. Porque esta práctica está llevando a Correos no sólo al desajuste organizativo y precarización del servicio postal sino, como hemos apuntado, a un deterioro muy serio de la imagen ante los ciudadanos, ya sean usuarios o clientes.
Con las plantillas resultantes de un proceso deslavazado de reestructuraciones sin orden ni concierto y (muchas de ellas) hechas “al peso” y a “ojo de buen cubero” y restringiendo la contratación al mínimo, no se puede hacer frente a la obligación de servicio universal ni tampoco a la eficacia operativa necesaria para competir con un sector privado que está al acecho esperando que Correos les de argumentos para debilitar al operador público. Y los argumentos se los está dando Correos no los trabajadores ni los sindicatos que si algo han demostrado hasta el momento ha sido responsabilidad y sentido común ante la situación.